El análisis de los tiempos actuales permite considerar nuestra época como de transición entre un mundo que nace y un mundo que muere. Nuestra sociedad está sufriendo grandes cambios y busca a tientas los principios que regirán la mente del Hombre Nuevo.
La lucha de generaciones nunca ha sido tan dramática como la que se produce en estos días, aunque el diálogo imposible entres los jóvenes y los viejos recuerde el que se produjo en otras épocas históricas de cambios, como por ejemplo, entre los últimos góticos y los primeros renacentistas.
El estupendo avance técnico en las comunicaciones (ahora digitales) no puede ser baldío. Nunca como ahora, pero todavía más en el futuro, podrá decirse con tanta razón que el Hombre es Rey de la Creación. La Tierra se hace pequeña y el Hombre Nuevo la posee a placer, con una movilidad que sus antepasados no pudieron ni sospechar. Pero el turista de hoy es, no obstante, un pionero. Avanza movido por una fuerza desconocida.
Pero la crisis económica que inquieta al mundo se está reflejando, como era de esperar en el campo del Turismo. Su expansión ha sido detenida, por primera vez desde hace muchos años, y numerosos países presentarán a partir del año que corre, con mayor o menor intensidad, sensibles retrocesos en sus estadísticas de recepción. La causa fundamental, es el avance desenfrenado de la tecnología.
Mientras tanto en este alto en el camino es hora de reflexionar sobre su pasado, su presente y su porvenir. Si siempre hemos sido empujados por una demanda creciente, buscando soluciones de emergencia, más o menos felices, a veces lamentables, debemos ahora aprovechar este tiempo para rectificar en lo posible los errores cometidos, y preparar nuestra oferta para el Turismo futuro, que auguramos fuerte y diferente.
El Turismo, es todavía un fenómeno recién nacido en nuestra sociedad y del que apenas sabemos nada. Advertimos que ha calado en la sangre y en la mente del hombre moderno, y que como conquista, no se renunciará jamás a él. Tiene vigor y crece continuamente. De una cosa estamos ciertos. Que tenemos en las manos un ser vivo, joven y fuerte, Nuestros desvelos por él se justifican. El turismo, jamás, será un fenómeno pasajero.
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